lunes, 9 de marzo de 2009

Noche


El transcurso de las horas ya pesa sobre mi espalda, sobre los ojos que van cayendo como las hojas en otoño.
El caminar del tiempo se va notando en las tenues pisadas que ha dejado en la arena de la vida; pequeñas gotas de tortuga lenta; huellas que a pesar de su inútil intento de disimularse siguen presentes.

En dos días la luna llena llegará como gota corrediza, como aparición sublime y esperada.

Esperanza, bella palabra para dormir con ella hoy.

Tengo la esperanza de sonreír mañana, y de poder guardar muchas sonrisas en una caja especial, recolectarlas y regalárselas a la próxima luna.

Esperanza, la palabra del futuro.

La noche ha llegado con esas estrellas que pintan el cielo como castañuelas tintineantes; sonrientes campanas que acompañan en su noche a los viajeros.

El tiempo corre, eso dicen, pero de una manera lenta, arrítmica a nosotros; transcurre lento mientras apremiamos su lentitud, nos apremiamos a nosotros mismos cuando pretendemos darle tiempo al disfrute del tiempo mismo.

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